Las elecciones estadounidenses del 5 de noviembre son cruciales para el
devenir de la economía y los mercados financieros. Conviene conocer cómo
funciona el sistema electoral de Estados Unidos, los posibles escenarios y las
consecuencias de cada uno de estos escenarios. En el sistema electoral
estadounidense la elección del presidente no es directa, sino que se eligen
compromisarios electores que forman el Colegio Electoral, quienes finalmente
votan y eligen al presidente y vicepresidente del gobierno de EEUU.
El 5 de noviembre se renuevan las dos cámaras de Estados Unidos: el Senado y
la Cámara de Representantes. El Congreso engloba a ambas cámaras. De tal forma
que cuando se menciona que un partido controla el Congreso, realmente se quiere
decir que controla las dos cámaras: el Senado y la Cámara de Representantes.
El Senado cuenta con 100 senadores, dos por cada estado, que sirven durante
seis años. Cada dos años se renueva un tercio de los senadores. En estas
elecciones se eligen 33 senadores. La Cámara de Representantes cuenta con 435
miembros que sirven durante dos años. Toda la Cámara se renueva cada dos años,
como ocurre en estas elecciones.
La elección del presidente la realiza el Colegio Electoral (Electoral
College) formado por los 538 compromisarios electores (electoral votes): 100
senadores, 435 miembros de la Cámara de Representantes y 3 compromisarios
electores de Columbia (Washington DC), que pese a no ser un estado elige tres
compromisarios electores. Una peculiaridad del sistema electoral de Estados
Unidos es la falta de proporcionalidad en la asignación de los compromisarios en
el Colegio Electoral respecto al porcentaje de voto de cada candidato. En todos
los estados, excepto en Maine y Nebraska, el partido ganador se lleva todos los
compromisarios electores asignados a dicho estado. El número de compromisarios
electores asignado a cada estado está en función de la población de este. Los
estados con mayor número de electores son California con 54, Texas con 40 y
Florida con 30, mientras que Wyoming, Dakota del Sur o Delaware solo tienen
asignados 3 compromisarios electores cada uno.
Este sistema implica que el candidato que recibe más número de votos a
nivel nacional no necesariamente es finalmente el elegido presidente. Esto
ocurrió tanto en el año 2000 como en 2016. Adicionalmente, una mínima diferencia
de votos en un estado entre los dos candidatos hace que el ganador se lleve
todos los compromisarios de dicho estado, a pesar de que el reparto de votos sea
50,1% frente a 49,9%. Así, en las elecciones del año 2000, Bush Jr. ganó Florida
por solo 538 votos de diferencia frente a Al Gore y fue finalmente elegido
presidente. Por esa reducida diferencia se llevó los 30 compromisarios electores
de Florida y Al Gore ninguno, lo que fue determinante para inclinar la balanza a
favor de Bush Jr. en la votación del Colegio Electoral.
Este año, antes del 11 de diciembre, cada estado debe resolver las posibles
reclamaciones y asignar los 538 votos electorales. El 17 de diciembre se reúne
el Colegio Electoral y los compromisarios electores votan, en cada estado, para
la elección del presidente y vicepresidente. El voto es individual por cada
compromisario elector, sin que exista una férrea disciplina de voto como la
existente en España. Esto implica que, en caso de un resultado ajustado en la
distribución de los compromisarios electorales, el cambio del sentido del voto
respecto al previsto de uno o varios compromisarios puede cambiar la elección
del presidente. Finalmente, el 6 de enero los votos son formalmente contados en
sesión conjunta del Congreso (Senado y Cámara de Representantes).
Para dar por ganador a un candidato, este debe obtener al menos 270 votos. En
caso de empate a 269 votos, se realiza una votación en dicha sesión asignando a
cada estado un solo voto. Se elegiría presidente al que obtuviera al menos 26
votos. Esta situación tan extraordinaria se ha producido dos veces en la
historia, en 1801 y en 1825.
Para analizar las consecuencias prácticas de la elección como presidente de
D. Trump o K. Harris es fundamental conocer la composición resultante del Senado
y de la Cámara de Representantes: si el partido del presidente electo controla
las dos cámaras o solo una. Conocer las potestades del presidente al margen de
las cámaras y las decisiones que necesariamente deben contar con la aprobación
de las cámaras es determinante para prever las consecuencias de los distintos
escenarios. Esto será analizado en el próximo artículo. Jesús Sánchez
Quiñones Madrid El País.