El eje franco-alemán se reactiva tras las elecciones en Francia
La ultraderecha no logra una minoría de bloqueo en la toma de decisiones
UE La UE respira un poco más tranquila tras el resultado electoral en
Francia. La victoria de una extrema derecha de Marine Le Pen ponía en entredicho
los propios cimientos de la UE. El motor de decisiones de la UE, el eje
franco-alemán, se tambaleaba y la amenaza de una minoría de bloqueo de Gobiernos
de ultraderecha tenían todos los visos de catapultar el bloque desde dentro.
Finalmente, la victoria de la izquierda, con el Nuevo Frente Popular –que aún
tiene que nombrar un candidato a primer ministro–y el partido del presidente
galo Emmanuel Macron, sobre la Agrupación Nacional de Le Pen, excluyen a esta
última de la formación de Gobierno. Los que son Estados miembro fundadores de
la UE, Francia y Alemania, juegan un papel especial en la toma de decisiones
comunitaria. La alianza entre ambos países ha permitido sacar adelante reformas
tan importantes como la de las reglas fiscales o dar forma a la primera emisión
de deuda conjunta de los Veintisiete, a través del Plan de Recuperación. El
resulado electoral hará posible dar continuidad a esa avenencia entre el
canciller alemán, Olaf Scholz, y el presidente galo, Emmanuel Macron, sin que la
extrema derecha dinamite los cimientos de la UE desde dentro con su
euroescepticismo por bandera.
La izquierda francesa ha ganado las elecciones, pero no ha obtenido la
mayoría, una coyuntura que podría derivar en un bloqueo en el Parlamento galo
con su subsecuente parálisis política. La que es la segunda economía de la UE
podría sentir las repercusiones en los mercados y a nivel de crecimiento. No
es ningún secreto que Francia juega un papel crucial en la diplomacia
comunitaria, por ello la capacidad del Ejecutivo galo resultante de tomar
decisiones será determinante para el futuro de la UE. Se trata de relaciones tan
delicadas como las que la UE tiene con China y diálogos tan tensos como el que
tuvo Macron con Xi Jinping en París hace poco más de un mes. Se trata, también,
del papel que jugará en el Elíseo en las relaciones con sus principales socios
comerciales y, especialmente, su capacidad de influencia en reuniones de alto
nivel como las Cumbres del G7.
La estabilidad de la UE dependerá, en gran medida, de lo que suceda en
Francia. Por lo pronto, la victoria de la izquierda impedirá que los Gobiernos
europeos de ultraderecha tengan capacidad de influir en la toma de decisiones de
los Veintisiete. Significaría que uno de los grandes países de la UE estaría
capitaneado por la extrema derecha, lo que sin duda repercutiría en la política
comunitaria.
Lo haría principalmente en el Consejo de la UE, la institución comunitaria
que trata de llegar a acuerdos entre los Veintisiete países para sacar adelante
medidas. Se trata de una pieza clave del entramado comunitario que, de haber
ganado la extrema derecha en Francia, habría sumado otra fuerza
ultraconservadora a los ejecutivos italiano de Giorgia Meloni, al de Países
Bajos capitaneado por el ultraconservador Geert Wilders, al checo presidido por
Petr Fiala sin olvidar al alma en discordia de la UE: el primer ministro
húngaro, Víktor Orbán. Conjuntamente tendrían capacidad para formar una minoría
de bloqueo en una institución que toma el grueso de decisiones por mayoría
cualificada. Es por ello que las elecciones en Francia allanan el camino para
evitar un escenario en el que el bloque sea incapaz de tomar decisiones, ya no
solo en lo relativo a las directivas europeas sino de cara a hacer frente a un
escenario geopolítico incierto. Las fuerzas euroescépticas no han sido capaces
de aglutinar ese poder que tanto ansiaban y dejan la capacidad de influencia de
la UE intacta por el momento. Una cuestión de crucial importancia en un
escenario que amenaza con tensar las relaciones con EEUU en caso de una vuelta
del republicano Donald Trump a la Casa Blanca.
La toma de decisiones comunitaria no estará exenta, en todo caso, del vaivén
político en Francia. La falta de una mayoría parlamentaria podría afectar a la
ayuda a Ucrania, una dotación ante la que la extrema derecha de Reagrupación
Nacional ya se ha mostrado no solo reacia, sino más que afín a las influencias
políticas de Vladimir Putin.
Otro de los puntos del programa de Le Pen que podría afectar a la UE es la
distribución del presupuesto comunitario. La formación ultraconservadora ha
dejado claro que considera que la contribución gala a las arcas comunitarias es
demasiado elevada y su intención de reducirla no es una mera amenaza. Una
fórmula similar a la utilizada en su momento por Reino Unido para recortar su
aportación.
"Yo y todo el Gobierno federal hemos sentido alivio. El simple hecho de que
el presidente de Francia (Emmanuel Macron) tuviera que negociar con un partido
de derechas populista sería un desafío colosal",dijo el canciller alemán tras
conocer el resultado. Lidia Montes Brusela El Economista.