Ocho siglos después, cual Marco Polo, la presidenta Dina Boluarte recorre la
ruta de la seda hasta el antiguo y milenario imperio, que en su versión siglo
XXI ha retornado a compartir el liderazgo mundial, no por casualidad llegaron a
la humanidad la tinta, la pólvora, la brújula, el papel, la imprenta (y el
chifa), y ahora, con la era de la Nuevas Fuerzas Productivas decretada por Xi
Jinping (1/2/24), viene impulsando la fabricación de microchips (menores a 5
nanómetros) intentando equilibrar la carrera tecnológica con los EE. UU.
En la última visita presidencial a China, se mencionó la posibilidad de
incorporar a la Iniciativa de la Franja y la Ruta de la Seda conocida como OBOR
-que es la estrategia global de desarrollo de infraestructura lanzada el 2013
por Xi- y, entre los temas que se abordaron, se mencionó el corredor ferroviario
bioceánico del Pacífico ( Perú) al Atlántico (Brasil), el tren de cercanías y el
desarrollo de refinerías de cobre y otros minerales (PPK 13/9/2016).
Luego, vinieron los frutos, como el megapuerto de Chancay con una inversión
de US$ 2.700 millones (2019) a cargo de la gigantesca naviera Cosco Shipping; el
ingreso del segundo banco chino, el Bank of China (2020), que se sumó al
ICBC Perú Bank (2014); mientras que al otro lado de la medalla, ingresaron
las desaprensivas constructoras chinas, engreídas durante la gestión
presidencial de Martín Vizcarra (54 obras por S/ 3.900 millones) que siguieron
sus colegas Francisco Sagasti y Pedro Castillo (30 contratos por S/ 3.530
millones) responsables, además, de la sobrevalorada y nunca investigada compra
de vacunas chinas.
Las inversiones de China en el Perú bordean los US$ 30.000 millones. En
minería, las más importante son: Las Bambas (MMG) por US$ 7.000 millones,
Toromocho (Chinalco) US$ 3.500 millones y que se encuentra desarrollando una
ampliación por US$ 1.300 millones. En cartera se encuentran los proyectos de
cobre: El Galeno (Cajamarca) por US$ 3.500 millones a cargo de Lumina; Rio
Blanco por US$ 2.792 millones con Rio Blanco Copper y el proyecto de hierro
Pampa de Pongo por US$ 2.344 millones de Jinzhao Mining.
Otro filón que han abordado con decisión es la compra de activos en energía
eléctrica, que se inició cuando el dragón eléctrico de las Tres Gargantas (CTG)
aterrizó con el consorcio Hydro Global para levantar la hidroeléctrica San Gaban
III (Puno) de 209 Megavatios (MW) a un costo de US$ 681.9 millones (15/7/16).
Pero, el gran salto lo dio comprando a Odebrecht, en las narices de Vizcarra, la
hidroeléctrica Chaglla de 456 MW por US$ 1.400 millones. En pandemia (2020), CTG
volvió a soplar chispas, con la adquisición de Luz del Sur por US$ 3.590
millones (16/4/20) y luego, China Southern Power Grid redondeó la toma del 100%
de la distribución eléctrica de Lima con la compra de Enel por US$ 2.900
millones (5/2/24).
Mientras tanto, las exportaciones del Perú a China siguen subiendo y
por ahora superan los US$ 22.000 millones, pero, ojalá puedan concretarse la
construcción de refinerías para multiplicar las exportaciones mineras aumentando
el valor agregado. No es lo mismo exportar concentrados polimetálicos, con
vender minerales refinados como cobre, zinc, plomo, hierro y otros, como metales
preciosos que se escamotean en el concentrado que viaja en containers allende
los mares.