Entre las buenas (cobre) y las no tan buenas (AFPs)
Desde el Faro
Por: Rafael Hidalgo
La buena noticia de abril es el repunte del precio internacional del cobre
(US$ 9.444/tonelada) debido al auge industrial chino impulsado por “las nuevas
productivas” de Xi Jinping”, cuyo insumo vital es el metal rojo para la
fabricación de: autos eléctricos, turbinas eólicas, paneles solares y centrales
de datos de inteligencia artificial, etc. Otro factor que contribuye al alza,
es que desde Quellaveco no se están ejecutando megaproyectos de cobre, y, más
bien se sigue estudiando el proyecto Cascabel en Ecuador (US$ 3,200 millones) y
Taca Taca en Argentina (US$ 4,000 millones), fuera de otros proyectos en Congo y
Rusia. Un informe del Citi indica: “…nuestro escenario base de US$ 12,000/ton
asume solo un pequeño aumento en el crecimiento de la demanda…en el transcurso
de 2025 y 2026”. (El Economista 19/4/24).
Pese a ello, en el Perú, por el momento, solo contamos con ampliaciones de
minas operativas: Cotabambas (US$ 1,486 millones) y Reposición Ferrobamba (US$
1,753 millones) de Las Bambas, Mina Justa (US$ 500 millones) de Marcobre y
ampliación Ilo (US$ 1,354 millones) de Southern Copper, porque siguen invernando
24 proyectos (US$ 32,847 millones de inversión) como: Michiquillay (US$ 2,500
millones), La Granja (US$ 2,400 millones), Yanacocha Sulfuros (US$ 2,500
millones), entre otras. A ellas se suman las paralizadas por la prédica
antiminera: Tía María (US$ 1,400 millones) de Southern, El Galeno (US$ 3,500
millones) de Lumina y Río Blanco (US$ 2,792 millones) de Zijing Mining.
Como se conoce, Tía María está paralizada desde el 2011 por oposición de la
población del Valle del Tambo (Islay, Arequipa), requiriéndose como paso previo
la construcción de la represa de Paltiture (US$ 300 millones), que almacenaría
80 millones de metros cúbicos de agua proveniente de los ríos Tincopalca,
Quemillone y Tolapalca con lo que se habilitaría 10,000 hectáreas del valle
beneficiando a productores de páprika, olivo y otras frutas y hortalizas de gran
valor agregado, por ahora con una luz roja absurda de una corte de Puno. Por
otro lado, el ministro de Economía, José Arista, baqueano con muchas lunas a
cuestas, se colocó de perfil ante el séptimo retiro de las AFPs (97 votos a
favor) anunciando que observarían la ley -en un ejercicio estéril- suscitando la
histeria liberal “por negarse a defender el modelo”. Ahorrando capital político
para la batalla de cabildeo para obtener las facultades legislativas que
solicitó el gabinete Adrianzén (3/4/24).
El “modelo” aludido permite que un afiliado al sistema privado de pensiones
que cumple 65 años y se jubila en el 2024, habiéndose enrolado en 1993 (creación
de las AFPs) -asumiendo para el ejemplo que laboró ininterrumpidamente con un
sueldo constante- reciba como pensión el 20% de su sueldo promedio, pese a haber
sido afectado con descuentos mensuales (entre comisiones y seguros) que sumados
equivalen a alrededor de 50 sueldos.
Peor aún, suma también al fondo de retiro, algo así como 45 sueldos del Bono
de Reconocimiento (tope de S/ 60 mil) si laboró y antes de 1993, aportó cuatro
años al Sistema Nacional de Pensiones. Ergo, una inversión de 95 sueldos con el
cuento de recibir pensión “digna”. Solo los que alcancen a vivir 105 años de
esta generación (1959), alcanzarían a recibir los 95 sueldos que aportaron.