La compra de Enel Distribución, que comercializa el
50% del mercado eléctrico de Lima Metropolitana, por parte de la empresa estatal
China Southern Power Grid Co., ofreciendo la suma de US$ 2.900 millones por el
83.5% de las acciones, le ha colocado la cola al burro (de la competencia),
porque esta transacción, sin querer queriendo, consolida una suerte de monopolio
del estado de China Comunista en la distribución eléctrica de la capital del
Perú.
A estas alturas, es bueno recordar, que hace tres
años, el gigantesco dragón China Three Gorges (CTG) compró Luz del Sur, que
distribuye el otro 50% en el sur de Lima. Y, además, de pasada, adquirió varias
empresas de generación eléctrica: las hidroeléctricas Santa Teresa I (de 98
Megavatios-MW) y II (70 MW), y dos centrales solares Sojitz Arcus, que se
sumaron a sus centrales: Hidroeléctrica Chaglla (460 MW) y San Gaban III (209
MW), que operará el 2024.
Esta gran concentración china en el mercado eléctrico
fue oleada y sacramentada por la Comisión de la “Libre Competencia” de Indecopi,
que ahora preside María del Pilar Cebrecos (27/3/20), que hizo tabla rasa de la
Ley Nº 26876 (Ley Antimonopolio y Antioligopolio del Sector
Eléctrico-19/11/1997), que en el artículo 3 exige que las fusiones que impliquen
una concentración por encima del 5 % en concentración vertical y 15% en
concentración horizontal en los mercados de generación, transmisión y
distribución o se veten o se tomen medidas para preservar la competencia. Con
estos antecedentes, resulta casi improbable que Indecopi encienda la luz roja a
las empresas de la China Roja, o que la Comisión de Protección al Consumidor del
Congreso tome cartas en la materia, habida cuenta de la cantidad de filomaoístas
o maoístas por delivery, que pululan en los pasillos del Poder
Legislativo.
Según los privatizadores de los 90, que adoctrinaba
como a niños el “zar chileno de la electricidad” José Yuraszeck, el modelo
consistía en despedazar a Electroperú y Electrolima, de manera que los
compradores generen un mercado de competencia en las subastas de energía. La
puja de varios actores haría más competitivo al sector…. profetizaban. Hoy solo
nos queda cantar con José José: “porque es pura fantasía nuestro amor, ilusiones
que se forjan con él tiempo”.
En realidad, a Electrolima -que surgió de la estatización de las
Empresas Eléctricas Asociadas, que estaba en manos la suiza Brown Boveri -ABB
(ex Lima Light Power Co. que además operaba el tranvía)-, la parte de la
distribución eléctrica se la partió como a una naranja, en dos mitades: norte y
sur; y sus centrales hidroeléctricas las ubicaron en una nueva empresa: Edegel,
que fue adquirida por un consorcio que integraba la española Endesa con Graña y
Montero, que pagó una parte con papeles de la deuda externa. Negociados aparte,
no deja de indignar, que 30 años después el dragón chino se engulla de un bocado
la naranja completa, pasando de Electrolima a Electrochina y bocado a bocado
viene dando cuenta del pollo de la generación.
Mientras tanto, los peruanos seguimos esperando
-sentados- los billones de yuans que lloverán como maná en nuevos
proyectos con la iniciativa del presidente Xi Jin Ping en el 2013 de la Franja y
la Ruta de la Seda (BRI). Y más bien por ahora, solo se perciben los humos de
los dragones y la angurria de las
constructoras.